Recuerde un aspecto importante en su vida que haya tenido que cambiar. ¿Cuál de las siguiente estrategias
ha utilizado?:
1.Hacer un plan detallado
2.Motivarme concentrándome en
alguien a quien admiro
3.Contar mis objetivos a otras
personas
4.Pensar en las cosas malas que
sucederán si no lo consigo
5.Pensar en las cosas buenas que
sucederán si lo logro
6.Intentar suprimir los pensamiento
que no me ayudan
7.Darme una recompensa por haber
avanzado hacia el o.
8.Confiar en mi fuerza de
voluntad
9.Dejar constancia de mis
progresos: diario, gráfica…
10.Imaginar lo estupenda que será
mi vida cuando lo logre.
El anterior cuestionario recoge las
técnicas utilizadas por los 5000 participantes en dos estudios llevados a cabo
por el profesor Richard Wiseman, que pretendían conseguir objetivos como perder
peso, dejar de fumar, conseguir pareja o cambiar de empleo.
El análisis de los resultados
desveló, que el 10% de los que consiguieron sus objetivos, emplearon unas técnicas
de la lista distintas a los que no los consiguieron.
¿Cuáles de ellas fueron?.
Las impares de la lista, es
decir: elaborar un plan detallado, contárselo a sus amigos y familiares,
recordar las ventajas asociadas a la consecución de los objetivos, darse una
recompensa por conseguir aspectos parciales en sus metas y registrar sus
progresos de manera concreta.
En cambio, fantasear o imaginarse
mediante técnicas de visualización conseguir los objetivos, aunque nos puede
hacer sentir mejor, no nos ayuda a conseguir nuestras metas. El realismo sobre
los problemas que se pueden presentar en el camino nos ayuda a predecir los
obstáculos que nos podemos encontrar y por tanto a poder evitarlos.
El último aspecto que nos ayudará,
puesto que sin él no podremos empezar es no postergar (procrastinar). Parar ello,
lo más sencillo es iniciar la actividad con la intención única de estar en ella
“unos minutos”. Una vez en ella, verás que se genera poco a poco una necesidad
de acabarla. Este efecto, provocado por una ansiedad generada en el cerebro por
acabar la actividad tiene nombre, el de su descubridora hace más de 90 años, la
psicóloga rusa Bluma Zeigarnik.