El hecho de que los adultos no aprendemos igual que los niños, parece que se olvida cuando diseñamos y programamos la formación para directivos.
La mayoría de las intervenciones formativas dirigidas a adultos, se han diseñado teniendo en cuenta los principios del aprendizaje infantil.
Tener en cuenta los principios del aprendizaje adulto (Androgogía),
que son diferentes a los que regulan el aprendizaje infantil (pedagogía), quizá nos ayude a entender
mejor estos resultados y a diseñar acciones de formación más efectivas.
Malcolm Knowles
(1988), que acuño el término de “androgogía”, en su trabajo “el arte y la ciencia del aprendizaje adulto”,
establece que el adulto posee sus propias reglas de juego a la hora de aprender
y que se basan en que están presionados
por el tiempo, están orientados a conseguir metas, traen a la situación de
aprendizaje conocimientos y experiencias previas, tienen un interés limitado en
determinados tipos de información, tienen diferentes niveles de motivacion y
diferentes estilos de aprendizaje.
Los programas más efectivos, deben incorporar estos principios del
aprendizaje adulto para fomentar el pensamiento estratégico y otras capacidades
complejas y críticas para aprender (Collins, 2001). ¿Por qué no lo tenemos en cuenta?.
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